Me ha contado Kundera que hay más personas que gestos, y que nuestros gestos más personales son imitaciones de unos gestos que ya ensayaban los tatarabuelos de personas a las que ni conocemos. Que más repetidas aún son las ideas, por ser más escasas que los gestos, pero más abundantes que los miedos.
Pero lo que no se repite nunca es un rostro, aunque arrugue la nariz, piense y tema como tantos otros en el pasado han arrugado la nariz, han pensado y han temido.
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