miércoles, 27 de marzo de 2013

Malditos Roedores


Eran cincuenta enanos nacidos en el 21, subiendo cual marabunta por las escaleras del CICCA. No gritaban, pero se movían como si lo hicieran.


¡Venían a ver mis pinturas!


-¡Por allí!

Ellos, que pertenecen a la era digital
A los tiempos de la sobrecarga, de la saturación de imágenes simuladas, ligeras, espectaculares, perfectas, luminosas, rápidas. 
Masivas.

¿Qué les voy a enseñar yo? 



-Amiguitos, roedores todos, 
 voy a contarles una historira...
-¿La reconocen?

-La Princesa Margarita estaba harta de sus pesados ropajes, 
¿no se la ve más feliz en mi dibujo?

   Pero ellos se toman su pausa. 
  No sólo miran ahora, contemplan. Callan durante un minuto.   


Y a María Bárbola siempre le agradó sentirse observada.
 ¿Qué estarán cavilando estas cabecitas?


¿Qué misteriosa fuerza retiene a esos cuerpecillos frente a un cuadro? 
¿Por qué reposan sus ojos frente a unas simples telas, manchadas y ralladas



-¿Ven? El alma de la Madre Jerónima hacía fuerza 
por salir de ese cuerpo clausurado.

Sí, el viejo y maltratado arte de la pintura mantiene su magia y su diferencia. 
Son estas unas imágenes bregadas. Te animan a mirar, y a demorarte. 


                                                 -¿Conocen ustedes el cuadro del Matrimonio Arnolfini

-Pues este es el Mercader de Lucca, el acaudalado esposo.


Lo digital es apasionante, veloz, pero caduca en la segunda mirada. 
La materia nos traslada al origen y nos recuerda lo que somos. 
¿O digo un disparate? 



-Apunto para no olvidar:
-...no volver jamás a una  expo de este individuo. 
                 ¡Qué tormento por Dios!
                 

 LezcanoJaén





sábado, 16 de marzo de 2013

La Cocina de Fricciones


Detrás de una serie de pinturas se acumulan cientos de horas de taller, de diversión y de sufrimiento. 
Y es que sin diversión no sale nada, pero sin sufrimiento tampoco.


En acción.


Les muestro en esta entrada algo de lo que fue La Cocina de Fricciones. Momentos de creación atrapados por la cámara de Leif Firnhaber y algunos esbozos que quedaron esparcidos por el suelo tras un año de sentir y de sudar en fricción.


De aquí salió la "Supuesta Josefa"


Las manos de la supesta Josefa, antes del desnudo.


Sintiendo la pintura, con las manos y los pies.


Esta chica no acabó emancipándose en cuadro, pero no por su culpa. 

Por muy malo que sea un pintor, las imágenes de taller y las manchas previas, los intentos y los olores siempre guardan un cierto encanto, ¿verdad? 
Les seguiré enseñando en entradas sucesivas, muestras de La Cocina de Fricciones, este es sólo el comienzo. Corran.




LezcanoJaén