jueves, 13 de septiembre de 2012

Serie Fricciones; pintura, iconos, pasado, futuro.





Un rinconcito de mi taller, atrapado por Leif Firnhaber

Ya sea en la Pintura o en el Cine, en la Literatura o en la Escultura, sería de necios no mirar atrás, al menos de vez en cuando. Detenernos en Rembrandt o Murnau, en Moliere o Miguel Ángel; por simple disfrute, curiosidad, aprendizaje. O porque sí. 

Habrá que caminar y hacerlo hacia adelante, desde este tiempo nuestro, pero sin dejar de alimentarnos con las infinitas capas que forman nuestro pasado, cada vez más grueso. Esto deberíamos hacerlo de forma inconsciente, creo. 

Pero quien escribe lleva 13 meses revolcándose premeditadamente en la Pintura de hace 3, 4 y 5 siglos, mezclándose, aprendiendo, haciéndola suya. 

La foto que incluyo más arriba, un pedazo de mi taller, una microescena real con la que convivo cada día al introducirme en mis guarrerías mañaneras, no es inocente. Domenico Ghirlandaio o Manolo Millares, qué más da, lo bueno siempre alimenta, y yo estoy hambriento.

La serie Fricciones, que presentaré en breve, empezó a gestarse en agosto de 2011. Es curioso cómo la mezcla de vivencias, lecturas, catarros, viajes y perritos calientes nos influyen, nos hacen. 

Ficciones, sin erre, es el título en el que se agrupan una serie de relatos impactantes -para mí, hasta entonces ignorante en la Obra de Borges, como de tantos otros- que descubrí en ese verano recontrahúmedo, caluroso y sin soles, repleto de estornudos y de mocos -sigo refiriéndome a mí- en el que casi no pinté ni media mancha. 

A finales de agosto, en una tregua de mis alergias, me aferré a unas brochitas hediondas que andaban por ahí despistadas y salió algo. Una relación extraña llenaba el soporte, una mezcla de colores desordenados combinados con una graduación de ocres rojizos más bien clásicos, una especie de fricción, una ficción también, que formaban el rostro de uno de los enanos favoritos del viejo maestro Diego Velázquez y otro más ambiguo y coloreado, más mío. 

Algo pequeñito comenzaba, y con un carbón enredado en un trapo negruzco y grasiento escribí esa tarde en la pared: Fricciones.
Hoy, sesenta y tantas piezas conforman esta serie. Un pedazo de mí.

11 de octubrem en el CICCA

LezcanoJaén 


2 comentarios:

  1. Hoy paseando me ha sorprendido un primer plano de mujer que me miraba con ojos grandes ... y me ha hipnotizado.
    ¿Julio Romero de Torres quizás?, me fui barruntando.
    Gracias por un instante de poesía.

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  2. Esos ojos, que en el cuadro son tan grandes como mi cabeza, pertenecen a mi "Dama Desconocida", y partieron de un retrato, casi de cuerpo entero, que Diego Velázquez hizo a una mujer cuya identidad se desconoce, aunque se barajen teorías. Como en casi todas las piezas de "Fricciones", al empaparme en la época, en sus ambientes y en las personas que fueron llevadas al lienzo, leyendo y mirando con intensidad, me he atrevido a reinterpretar al personaje, tras una digestión espero resulte sincera, personal. En unos días podremos verlo todo junto.
    Tu comentario es un piropo de los buenos, gracias.

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